Boris Johnson, bajo una insoportable presión tras perder el apoyo de su Partido Conservador británico a raíz de incesantes escándalos, dimitió el jueves como líder de la formación, pero seguirá en el cargo de primer ministro hasta que sea elegido su sucesor.
«Es claramente la voluntad del grupo parlamentario conservador que haya un nuevo líder del partido y, por tanto, un nuevo primer ministro», reconoció Johnson al anunciar su renuncia en un mensaje a la nación frente a la célebre puerta negra del número 10 de Downing Street.
El Partido Conservador deberá ahora elegir durante el verano a un nuevo dirigente para reemplazar a Johnson, probablemente a partir de octubre, como su líder y por consiguiente como jefe del gobierno.
Mientras tanto, el controvertido Johnson se declaró determinado a seguir dirigiendo al país y para dejarlo claro el jueves nombró a nuevos ministros y secretarios de Estados para reemplezar al alud de dimisionarios.
Para el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, su futura partida es «una buena noticia», pero no basta.
«Necesitamos un verdadero cambio de gobierno», dijo considerando una moción de censura contra el gobierno para precipitar la convocatoria de elecciones generales anticipadas.
Los acontecimientos se aceleraron a primera hora del jueves, cuando ya habían dimitido casi 60 miembros del gobierno de Johnson en una incesante sangría que comenzó el martes con dos pesos pesados: el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, y el de Sanidad, Sajid Javid.
El jueves, el nuevo titular de Finanzas, Nadhim Zahawi, nombrado el mismo martes, se sumó a quienes pidieron al primer ministro que se fuera. «Sabe en su corazón qué es lo correcto, váyase ahora», escribió en una carta publicada en Twitter.
Michelle Donelan, nombrada también el martes en la cartera de Educación para reemplazar a Zahawi, presentó asimismo su dimisión menos de dos días después.
«Un gobierno decente y responsable se basa en la honestidad, la integridad y el respeto mutuo», afirmó por su parte el ministro de Irlanda del Norte, el hasta ahora leal Brandon Lewis, agregando su nombre a la lista de dimisionarios. «Lamento profundamente tener que dejar el gobierno porque creo que estos valores ya no se respetan», afirmó.
Cernido por los escándalos
Johnson había hecho olvidar durante algunos meses los múltiples escándalos que lo rodean gracias a su determinada acción en la ayuda a Ucrania contra la invasión de Rusia. El Kremlin dijo el jueves desear que «gente más profesional» llegue al poder en el Reino Unido.
A principios de junio, Johnson sobrevivió a un voto de censura de sus propios diputados, gracia al apoyo de 211 de sus 359 legisladores, pero los 148 votos en su contra hicieron patente que el descontento no dejaba de crecer. Según medios británicos, ahora solo contaría con el respaldo de 65 diputados.
Las normas del Partido Conservador establecen que este procedimiento no se puede repetir en un año. Pero muchos pedían ya un cambio para volver a intentar inmediatamente otra maniobra contra él.
Desde el denominado «partygate» -el escándalo por las fiestas organizadas en Downing Street durante los confinamientos de 2020 y 2021-, hasta la irregular financiación de la lujosa reforma de su residencia oficial, pasando por acusaciones de amiguismo, los escándalos en torno a Johnson se multiplicaron.
Las renuncias de Javid y Sunak tuvieron lugar horas después de que Johnson se disculpara por enésima vez, reconociendo que cometió un «error» al haber nombrado en un importante cargo parlamentario a Chris Pincher, responsable conservador que la semana pasada renunció acusado de toquetear a dos hombres, uno de ellos diputado.
Tras haber afirmado lo contrario, Downing Street reconoció el martes que el primer ministro fue informado en 2019 de anteriores acusaciones contra Pincher, pero que las había «olvidado».
El campeón electoral perdió su magia
Campeón de las legislativas de 2019, cuando logró la más importante mayoría conservadora en décadas gracias a la promesa de realizar el Brexit, el primer ministro cayó en picado en las encuestas.
Según los sondeos, una mayoría de británicos lo considera un «mentiroso».
Debe ser investigado por una comisión parlamentaria para determinar si engañó a sabiendas a los diputados cuando en diciembre negó la celebración de fiestas que violaban la legislación anticovid.
Y el hecho de que afirmara desconocer las acusaciones contra Pincher, cuando muchos aseguraban lo contrario, y acabara reconociendo su «olvido», refuerza las acusaciones de que el primer ministro juega con la verdad.
Recientes reveses electorales, los últimos el 23 de junio, en dos legislativas parciales, han convencido a un creciente número de rebeldes en el Partido Conservador de que Johnson ya no puede liderarlos hacia unas nuevas elecciones generales en 2024.