A 43 días de culminar su mandato, el presidente número 59 de la República se suicidó en su despacho en el Palacio Nacional, un hecho que marcó la historia dominicana.
Silvestre Antonio Guzmán Fernández, quien había asumido el poder el 16 de agosto de 1978, falleció hace cuatro décadas, un día como hoy, específicamente en el año 1982.
Los relatos de la época narran que Guzmán penetró a su baño privado del Palacio Nacional y cerró la puerta por dentro, para luego suicidarse con un disparo en la cabeza. Eso marcó el umbral de una tragedia que llenaría de dolor a la familia presidencial, desasosiego a todo un gobierno y de incertidumbre a la sociedad dominicana.
Las hipótesis en torno a las razones que motivaron su muerte son variadas. Desde supuestos rumores de actos corrupción cometidos por sus funcionarios de mayor confianza y familiares; rumores de depresión, tristeza y soledad, hasta amenazas de que sería sometido por el gobierno que lo sustituiría a procesos judiciales por supuestos manejos irregulares de su gestión.
Aunque los familiares le dan mayor peso a que el entonces mandatario estaba padeciendo depresión “abrumado por problemas de Estado”; historiadores, periodistas y allegados han ventilado diversas versiones de la razón que lo llevó a tomar su revólver calibre 38 y acabar con su vida.
Este empresario exitoso, dedicado a la exportación de frutos nacionales y la producción agrícola, llegó al Estado como secretario de Agricultura en el efímero y derrocado gobierno de Juan Bosch. Tras la caída del mandato de Bosch, se integró al comité ejecutivo nacional y la comisión política del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), al que había ingresado en 1961.
Al parecer su destino era la presidencia de la República, ya se la habían propuesto cuando durante la guerra de abril le ofrecieron ser el jefe de Estado provisional. Esto fue llamado la “Fórmula Guzmán”, presentada en 1965 y que le llevó a ser más popular entre la ciudadanía, sugerida como medio de lograr un cese a las hostilidades del momento sociopolítico que vivía el país y llegar a unas elecciones libres.
No obstante, por su misma lucha de unos comicios democráticos, rechazó la propuesta y tomó parte en la Comisión Mediadora que culminó con la juramentación de Héctor García Godoy de forma temporal.